El núcleo de la Tierra es TAN CALIENTE COMO LA SUPERFICIE DEL SOL
Temperaturas elevadas de más
de 6000 °C. Rocas sólidas de fuego supercaliente.
Presiones inmensas 3,5 millones de veces más fuertes que
en la superficie de la Tierra. Estas son solo
algunas de las cosas que están cocinándose a 3000 km bajo tus
pies mientras miras este
El núcleo interno de la tierra,
compuesto de hierro fundido, se encuentra a unos 6.000 °C de temperatura, es
decir, más o menos la misma que en la superficie solar.
Las mediciones de principios de
los años 90 de las "curvas de fundido" del hierro, a partir de las
cuales se puede deducir la temperatura del núcleo interno, sugerían una
temperatura de unos 5.000 grados centígrados. Entonces era sólo el
principio de este tipo de mediciones así que fueron una primera estimación para
determinar la temperatura dentro de la Tierra.
Un nuevo experimento usó
rayos X para sondear pequeñas muestras de hierro bajo una extraordinaria
presión con el objetivo de examinar cómo esa materia cristalina se forma y se
funde. Los resultados fueron lo que se esperaba y se logro estimar que el
interior de la tierra arde a 6000 grados centígrados lo que la hace
mas caliente que la superficie del sol.
Pero aunque no lo creas la enorme
presión el centro de la tierra hace que sea solido y no
liquido. Los átomos están tan apretados que ni siquiera pueden
pasar a un estado líquido. Pero en un mundo donde
el núcleo de la Tierra se licuara, seríamos testigos
de las peores consecuencias, comenzando con erupciones volcánicas importantes
y masivas, terremotos y maremotos. Todos los puntos importantes
estarían en peligro, y el anillo de fuego sería una fuente
incesante de lava brotando. El material frío de las capas
superiores se hundiría hasta el núcleo y viceversa. Con
un núcleo líquido e increíblemente inestable, este proceso sería
mucho más rápido.
Todas las ciudades y pueblos
importantes de la costa serían arrasados por maremotos, y todos
los volcanes en erupción ennegrecerían el cielo con cenizas
y humo. Esto bloquearía temporalmente la entrada de la luz
solar en nuestra atmósfera y eventualmente obligaría a cualquier
cosa que volara en el aire a permanecer en el suelo.
Las tierras en las que vivimos actualmente se sentirían como hielo
desprendiéndose de un glaciar y flotando.
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